Del Mori al encuentro con mi abuela, sin escalas

30 May

La noche de Santiago tiene ese... no sé qué...

By Dolce Far Niente

La idea era fácil, una invitación a un bar de moda del actor de moda, a tomarnos el trago de moda (o cualquier cosa, en fin). Tras un sábado gris en donde la compra de dos vestidos intentó arreglarlo, la propuesta de una amiga a tomar algo era como la luz en el túnel, porque siendo sinceros, no hay nada más aburrido que ser soltero y estar solo en un dpto un sábado a la noche.

Entonces me vi corriendo con las botas de casi siempre, con mi vestido nuevo y mi saco amigo, con nada de maquillaje en la cara pero intentando superarlo con algunas pinturitas metidas en la cartera…total, a quién le tenía que mostrar algo? Y ahí fue cuando me di cuenta que había perdido el norte.

La noche de sábado ya no me estaba esperando, mucho menos a una treintona con aires de adaptable a todo y superada. Más aún cuando te ponés a hablar del precio del cobre en medio de una fiesta en donde el 80% está apostando con qué aparato terminaría la poca noche que quedaba.

Tal vez cambiar el mojito por la sprite zero no fue una buena idea. Mucho menos, cuando en plena sesión de electro dance inentendible prenden las luces para que nos miremos a las caras y digamos: “Uff, quiero salir del tren fantasma!”, mientras que mis pies intentan seguir el ritmo que ni atinan. “Che, yo me voy en breve”, le dije a mi secuaz, mientras sostenía mi saco de siempre junto a mi cartera de siempre (por dentro el fantasma del humo recordaba la tintorería).

“Claro, acompañamos a la Sole y nos vamos”, la respuesta me relajó a la vez que me pegó en el medio del estómago: me estaba escapando antes de las 3 am a mi guarida calentita y segura en donde no tenía que demostrar a nadie nada: viejazo! Y sí, me llegó terriblemente. Basta de humo, hola a la lechuga y las boludeces a las que cuando era adolescente tildaba de “loca histérica” de la tía solterona.

En fin, el boliche de moda se deshizo ante el llamado de mi abuela a disfrutar de la burguesa seguridad. Y así fue…mientras me abrazaba sonriente a mi guaterito de temporada.

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