Archivo | noviembre, 2011

¿El fin del macho alfa? I don´t think so

13 Nov

Rodrigo Guendelman, periodista y conductor de Radio Zero,  escribió en Tendencias la columna El fin del macho alpha (o la revancha de los pernos)  (ver) y me quedó dando vueltas. Tanto como para escribir esto. Y tengo suficiente autoridad en el tema como para opinar, es más: experiencia empírica, yo misma fui Penny durante un verano. Y por la pega me tocó conocer a una serie de proyectos de Leonard. Tristes proyectos de Leonard Hofstadter.

Efectivamente y como bien señala Rodrigo, los techis geeks de hoy y pernos abandonados a su suerte en el Colegio de ayer; ahora destacan en sus áreas de trabajo. Pero ojo que Chile no está ni cerca de ser Silicon Valley y estos tipos están a años luz  de ser físicos superdotados trabajando en algo que realmente importa. La mayoría reseña la última joyita tecnológica o prueba el juego que todos quieren tener, meses antes de que salga al mercado. ¿Buscando la cura para el cáncer? Mmm, no realmente.

Lo que no calculó el columnista de La Tercera fue que estos Leonards chilensis son tremendamente ególatras. Buscan aceptación y reconocimiento por todas las vías que le sean posibles: seguidores en twitter, fanaticos de sus programas -cuando los tienen- o de sus escritos cuando trabajan en medios; la admiración de sus alumnos cuando hacen clases y así sucesivamente.

Este grupete tiene una cierta fama -bien discreta, pero consistente-: un grupo compacto los sigue y le será fiel por siempre. Probablemente el grueso de la gente no los conozca, pero varios al otro lado del teclado sí y eso parece serles suficiente.

Pueden ser en una mirada rápida los machos Alpha de estos nuevos tiempos: y ser resilientes, buenos proveedores, cultos y  ubicados en la cima de su pirámide. Pero ojo que la verdadera Penny pateó a Leonard, al menos en la temporada que están transmitiendo en Chile; el final lo intuimos todos, pero bueno es una serie y además Penny no digamos que es muy brillante. Y lo pateó porque Leonard se convirtió en una bolsa de inseguridades. Necesitado de refuerzo y aprobación constante. Cualquier mujer de estos tiempos, sobre todo una Hembra Alpha hecha y derecha, se dará cuenta de que su Leonard es un Narciso. Y probablemente no lo aguante más que un verano. Si es una Penny un poco tontina, quizás un rato más. Pero ojo, que hasta la Penny de la serie sabía que Narciso era guapo. ¿Los Leonards chilenos? Mmmm, nuevamente: I don´t think so.

Sólo chicos

8 Nov

Por Rama Kaur

Este fin de semana extra largo me dieron ganas de tener sólo amigos hombres. Si me hubiesen dado luca por cada fémina que me llamó , tuiteó, escribió o se juntó conmigo para contarme de sus dramas sentimentales –o bien de la ausencia de éstos- me habría alcanzado para carretear los cuatro días.  ¿Desde cuándo las historias con los hombres se volvieron LO más importante en nuestras vidas? ¿Por qué tengo amigas con un pánico tan grande a estar solas, tanto, que aceptan tipos que no valen nada a su lado o que no las valoran a ellas?

Me pasó con mi amiga Paula, por ejemplo, que llevaba años intentando entrar a un organismo estatal de investigación y finalmente lo logró. Cuando nos juntamos para que me contara cómo era el trabajo y felicitarla por haber conseguido su sueño anhelado por tanto tiempo me dijo: “Si, si, pero lo que realmente tengo que contarte es que conocí a un mino…” Si fuera que conoció al hombre de su vida, demás que su pega importaría un pucho, pero el sujeto en cuestión –ella lo sabe mejor que yo- es  sólo uno más.

De todas mis amigas mujeres pololeando pienso en dos que son realmente felices. Que tienen relaciones que las hacen brillar y que crecer junto a sus parejas. De ellas escucho menos, claro, porque están viviendo sus romances a concho y a la distancia las bendigo y espero que un día la dicha que viven me llegue a mí. El resto pela al pololo como una descuera a un compañero de pega pesado y desleal. Bueno, si el pololo es tan como las tristes ¿para que diablos siguen perdiendo el tiempo con él? Luego otras son claramente infelices y posponen sueños o traspasan sus propios límites aceptando traiciones que nunca habrían pensado dejar pasar, por no terminar. ¿Valdrá la pena?

En los pasados meses me he encontrado con amigas infieles, amigas gorreadas, amigas en relaciones estancadas y aburridas y todas siguen en la misma. Otra conocida a estas alturas, ya no puedo llamarla amiga, después de que la dejara el pololo y llorar como magdalena, se comprometió con el primero que le habló bonito porque, en sus palabras: “es polola”. No puede estar sin pololear.

¿Tan difícil les resulta estar solas? ¿No se soportan a sí mismas? ¿Es tener un pololo un logro mayor a conseguir la pega soñada o partir a un posgrado en el extranjero? Quizás lo es y yo soy la que está mal planteada. No sé. Mauro, mi nuevo compañero de trabajo me dice que es la generación la que está mala: que no le damos el valor real a las relaciones y por eso hay tanto engaño y tanta mentira.

Los hombres en cambio, son totalmente distintos: los que están pololeando y están bien, cuando les pregunto por sus pololeos me dicen que están la raja y seguimos hablando de lo que fuera que estábamos hablando. Si la polola es bacán te dicen que es por esto y por esto y si es bruja lo es por tal y tal motivo y fin del cotilleo. No alcanza para pelambre. Si ya no son felices (en su mayoría) terminan y nunca he escuchado a un macho dándole vueltas a la posibilidad de quedarse solo como si estuviera hablando de un cáncer terminal.

Estoy cansada de estas conversaciones, que de tan triviales se están haciendo normales y no me parece que lo sean para nada. De disfrazar verdades, de mentir sobre embarazos, de ser la amante de y ni siquiera cuestionarse. Honestamente, las minas son (omos) un  puro enredo: yo, prefiero ser amiga sólo de hombres.